Un médico ya anciano,
que siempre trabajó en el medio rural, pensó que había llegado la hora de
jubilarse después de haber ejercido la medicina durante 50 años. Al joven
médico que llegó para ocupar su plaza en el pueblo, le sugirió que le
acompañase en las visitas a domicilio, para que las personas se habituasen a él
de manera gradual. La primera visita se trataba de una mujer que se quejaba de
dolores en el estómago. El anciano doctor le respondió -Sabe, la causa más
probable es que usted abusa de las frutas frescas. ¿Por qué no reduce un poco
su consumo diario y selecciona las mejores? Cuando salieron de la casa el joven
le preguntó: - Doctor usted ni siquiera examinó a la mujer. ¿Cómo consiguió
hacer un diagnóstico tan rápido? - Bueno, no merecía la pena examinarla. ¿Usted
se dio cuenta de que dejé caer el estetoscopio al suelo?, cuando me agaché para
recogerlo, vi que había media docena de cáscaras de naranjas, manzanas y
ciruelas verdes, inadecuadas para el consumo, en el cubo de la basura. Y eso es
seguramente lo que le ocasionaba los dolores de estómago. En la próxima visita
usted se encargará del examen. En la siguiente casa, se entretuvieron durante
varios minutos hablando con una mujer bastante joven. Ella se quejaba de que se
fatigaba mucho - Me siento totalmente sin fuerzas dijo - El joven doctor le
respondió: - Usted se entrega demasiado a la iglesia. Si redujese esa
actividad, se sentiría más relajada. Una vez que hubieron abandonado la casa,
el anciano doctor le dijo a sustituto: - Su diagnóstico me ha sorprendido.
¿Cómo fue que llegó a la conclusión de que aquella mujer se daba en cuerpo y
alma a los trabajos religiosos? - Yo apliqué la misma técnica que usted me
enseñó: - Dejé caer mi estetoscopio al suelo, y cuando me agaché para
recogerlo, vi al cura debajo de la cama .